Un mensaje constante por parte de las instituciones oficiales encargadas de impartir justicia es el siguiente: durante el estado de emergencia hemos desarticulado 120 bandas, 265 personas han sido capturadas. Las medidas implementadas durante el estado de emergencia son, a todas luces, efectivas.

Se trata sobre todo de una defensa del accionar contra la delincuencia. Hay una pretensión de alterar la realidad a partir de algo realizado. Como si una medida fuese suficiente para cambiar los hechos

Percepción de constante inseguridad a pesar de lo anterior

Las encuestas son solo una radiografía del momento, no son el santo grial. Los planes contra la delincuencia podrían estar dando resultados y las encuestas no reflejarlos.

Lo cierto es que la persistencia de delitos, incluso a pesar de las medidas desesperadas de control o precisamente por ello, confirma lo temido: no hay plan y lo único que existe son manotazos de ahogado.

Cabe preguntarse si hay una verdadera intención de combatir el crimen o de todo lo contrario: generar mayor caos en la ciudad y así justificar ilegalidad, impunidad y las condiciones para una mayor mediocridad en todos los pilares institucionales del país en el 2026.

Purga dentro de las propias instituciones encargadas de legislar

El delincuente no admitirá sus fechorías, al contrario, verá mecanismos legales e ilegales para evitar cumplir condena. Ya no importa probar que es inocente. Al contrario, ahora puede agregar nuevas faltas a su hoja de vida.

¿Es legítimo que una autoridad, por ejemplo un ministro con serios cuestionamientos dentro de su historial de vida haya sido elegido para el cargo? Solo si se trata de seguir asolapando los descalabros de la mandataria.

El perfil ideal es claro, alguien funcional: un tal MarioNeta. Escudero incondicional, obtuso, ladino, zalamero y párvulo.