Acciones correctas
¿Por qué las personas hablan tanto de hacer lo correcto y terminan haciendo lo contrario?
Todos o casi todos normalmente hacemos referencia a la ética, hacer lo correcto, en nuestra vida diaria, como si se tratara de algo vital e inevitable. ¿Las personas en general saben a lo que se refieren cuando hablan de ella? ¿Las personas realizan lo que predican? ¿Resulta conveniente realizar acciones correctas?
Vayamos por partes, las personas somos sociales por naturaleza, es indudable entonces que dependemos de las normas de convivencia para un adecuado desenvolvimiento de nosotros mismos. No obstante, cabe preguntarse si cada individuo actúa más de acuerdo con una convención, normativa social, o por convicción propia, aquello que guía nuestros principios de vida luego de haber ponderado lo correcto de lo incorrecto.
En general el ánimo colectivo predomina sobre las acciones individuales. Eso quiere decir que la masa pesa más que un individuo. Si una persona predica y hace lo correcto en un ámbito personal, en un contexto grupal es probable que libere toda esa represión contenida.
Eso nos lleva a lo siguiente: somos correctos hasta que una multitud quebranta los ideales que creíamos defender a pie juntillas y en solitario.
Lo más profundo y superficial de este dilema cae por su propio peso. Es indudable: hacer lo correcto produce un bienestar en las personas que creen en este. A su vez, esas mismas personas en determinado momento y con relativa facilidad quiebran las mismas normas que defienden. Por último, los infractores apelarán a las normas ideales de convivencia.
No solo hay un quiebre entre lo que se dice en “privado” y lo que se hace en “público”, sino que es frecuente recurrir a las prácticas correctas incluso cuando uno mismo haya quebrantado las normas básicas de convivencia. Un malhechor traerá a colación lo correcto. Un reputado abogado envuelto en negocios turbios , también.
Eso nos lleva a lo siguiente, hacer lo correcto está más cerca de cuestiones prácticas que a deidades éticas. ¿Por qué alguien sigue una norma? Por temor a la represalia, por temor a las consecuencias. Por miedo. No hay entonces una instancia superior y tampoco un elemento interno que nos conduzcan al camino del bien.
Con todo, con frecuencia autores, profesores, políticos, abogados, ciudadanos de a pie, padres de familia, sacerdotes, hacen referencia a los valores, al pasado, al valor de respetar las normas de convivencia. No obstante, solo recalcan la importancia de ellos sobre todo por ser parte de una tradición.
Pareciera que el dilema humano contemporáneo radica en hacer algo, cualquier cosa y tener que encontrarle un sentido después. Podría hablarse de un post utilitarismo, una especie de utilitarismo a posteriori. Las acciones carecen de valor, todo consiste en darle una justificación utilitarista a lo que hacemos.