Jugar
El futbol es más que solo patear un balón
Es indudable el elemento lúdico y placentero al que conduce jugar fútbol. Los personajes, también llamados jugadores, deben hacer gala de sus destrezas: alarde físico de acrobacias y lucha sobre la cancha.
Poco espacio queda para la reflexión, dejemos eso para los críticos. Aunque luego del esfuerzo viene la recompensa. Nace así la famosa frase: primero el fulbito y luego el full vaso. Dialéctica contradictoria si consideramos, primero la realización de cualquier actividad física, acto saludable, y luego la ingesta de alcohol.
En general hablamos de un relajo merecido luego de una jornada extenuante. La situación va más allá. Hay que seguir jugando! En otras canchas desde luego. Notemos que el cordón umbilical sigue siendo el placer y el juego. Jugar produce placer y el placer motiva a jugar más.
Está en juego de por medio el cuerpo, el ejercicio físico, el despliegue de resistencia, el dejarse ver y admirar y la recompensa. La copa invisible e invencible. No de oro, sino del líquido y dorado elemento.
¿Será por eso que el estándar de jugadores de barrio luce una panza chelera? A lo mejor. ¿Es casualidad que jugadores oficiales hayan sido captados in fraganti con animadoras improvisadas o muchachas vinculadas al mundo del espectáculo? Tal vez.
El corner, no lo olvidemos, es la esquina. En el gramado hay movimiento. Salir con los amigos es buscar cierta diversión. El uniforme es el disfraz. Las piernas son el primer plano, no en vano un repunte de hinchas femeninas ha aparecido en los últimos años. El torso queda desnudo al final de la jornada. La transpiración, el sudor y el olor, activa el radar de la atracción.
La frase pichanga equivale a practicar el deporte rey, a sentarse en una mesa con un par de chelas y a concretar una cita en un plano íntimo.