Hay personajes y personas que no recuerdan lo que hacen o prefieren olvidarlo. Otras que no se dan cuenta de sus acciones o que no quieren darse cuenta. Al final es lo mismo. Olvidar parece ser una práctica muy común por estos días. Recordar carece de valor.

Vivir es una (re)colección de recuerdos. La experiencia nos sirve para reflexionar y movernos hacia adelante. Es importante recordar tal detalle. Sobre todo en momentos donde prima el olvido y la ceguera.

El viaje de la vida sería sobre todo más contado que vivido. Versiones que uno mismo va creando y alterando a medida que va viviendo. Cada experiencia es cómo deseamos que sea y no cómo fue. La vivencia es solo una (re)presentación.

Lo que creemos saber es lo que nos han contado. Los recuerdos de los demás. Un sueño recordado de a pocos durante el día. Vivimos convencidos de una realidad inventada por nosotros mismos o por terceros.

Para vivir y aprender es necesario olvidar, adquirir nueva información y también poner en práctica lo aprendido Ni olvido constante ni recuerdo perenne. El verdadero aprendizaje tiene que ver con borrar información, adquirir nueva y reciclar otra.

¿Las consecuencias inmediatas de no vivir, no aprender y dejarse llevar por lo que dicen los otros? Un acto violento puede ser percibido como pacífico. Un cerro no pertenece a Lima. Una crisis es un momento de calma. Un mafioso equivale a un inocente. Un experto pasa por ignorante. Una decisión no refleja improvisación. Una copia es un original. Un pollo muerto está vivo y el pueblo solo un famoso hotel.