El otro
La figura de un otro está dentro uno mismo
Hay una larga tradición en nuestro país de responsabilizar a alguien más. El culpable siempre es otra persona, nunca uno mismo. El culpable es inocente y el inocente es culpable.
Yo no fui, fue Teté nos remonta a nuestra infancia: frase que liberaba de culpa al verdadero responsable y responsabilizaba a un tercero, con seguridad, una víctima de las circunstancias.
Esa posición estratégica sirve de trinchera para evitar responder sobre posibles cuestionamientos. No fui yo, fue él, es un intento de ignorar que el responsable es uno mismo. La afirmación es un dardo dirigido a una víctima.
Pedro Pérez dice que el culpable es Miguel Gutiérrez. Resulta que Miguel Gutiérrez es el mismo Pedro Pérez pero no lo ve. O se niega a reconocerlo o lo imagina como un otro. Como si se tratara de alguien externo, un extraño, otra persona.
El agresor real es quien pretende desconocer su condición e ignora que su proceder lo delata. El mismo personaje habita dentro de él. Se trata de una de sus posturas teatrales. Una sola persona condensa múltiples figuras que son develadas según la ocasión precisa.
En realidad, ni siquiera la idea de persona es un círculo cerrado. Es solo un concepto, una construcción más. “Yo soy los otros” decía Shakespeare.
En el mundo actual, la vida entonces no es nada más que un teatro por donde discurren los diversos personajes creados por uno mismo y la sociedad que habitamos. Como dice el poeta Blades: "se ven las caras, se ven las caras vaya, pero nunca el corazón". Las (más)caras han reemplazado a las caras y la palabrería a la sinceridad.