Dudar
Al dudar nos movemos, emprendemos un viaje
Dudar permite ampliar la mirada. Los objetos más simples devienen complejos. La perspectiva cobra una dimensión distinta. Cuando dudamos descubrimos que el mundo no es solo un lugar. La realidad deja de ser una palabra y el diccionario se vuelve un océano inservible.
Aceptémoslo, el ser humano paulatinamente ha ido perdiendo espacios de soledad mentales. Su mente podía divagar con amplitud. El ocio creativo era parte imprescindible de ser en el mundo. Pensar era sinónimo de cuotas de libertad.
Obviamente dudar sistemáticamente nos puede llevar por caminos intrincados y sin salida. Pero en dosis justas, la duda es saludable, oxigena los sentidos, desintoxica la mirada. Reafirma la posibilidad de ver un panorama distinto. Corrobora ideas previas y ayuda a desechar otras débiles. Y, eventualmente, ayuda a eliminar ideas consideradas firmes.
Es a partir de ahí que emprendemos un camino nuevo cada día. De ahí que la rutina sea el primer enemigo, el más feroz y al que principalmente debamos combatir. No olvidemos tampoco que el excesivo uso de dispositivos electrónicos seduce hacia la pereza del pensar y, por lo tanto, desalienta hacia el cuestionamiento del orden ya establecido.
No estamos alentando a ser incendiarios ni revolucionarios, sino a una lucha más doméstica pero muy significativa: el recorrido de nuestros pensamientos como ejercicio de inserción en el mundo, a la vez que la puesta en pausa de este. Sí, pensar es jugar a detener el universo.
Sumémosle una sana desconfianza hacia los buscadores de internet, la información comprimida y lo más inmediato como mecanismos necesarios y absolutos de conocer. Alejar los ojos de la pantalla resulta lo más subversivo, saludable y exótico en el mundo actual.
De modo que dude estimado lector y lectora, incluso de cada palabra leída en este texto. Eso es lo único que lo salvará de un ritmo rutinario y soso, sobre todo, en épocas turbulentas como las actuales. Enarbole la certeza de la duda. Combata cualquier atisbo de seguridad en su vida, por más firme que esta sea.