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Espacio y encierro psicológico

Las limitaciones espaciales reflejan el hacinamiento mental que viven los habitantes producto de la pandemia

Christopher Rojas

Publicado: 2021-05-14


Un aspecto crucial y visible durante la pandemia y, sin embargo, no tomado en cuenta, es el encierro psicológico producto del espacio limitado. Tal vez se oculta debido a la obviedad de la relación: a menor espacio, mayor estrés y, a mayor espacio, menor estrés.

Piénsese, por ejemplo, en la claustrofobia experimentada en un elevador cuando este de pronto se detiene o cuando hay más personas de las previstas o en caso de un fallo eléctrico o un temblor.

Podría decirse que se tratan de situaciones límite. Sin embargo, si la pandemia es devastadora a nivel psicológico, tal vez se deba en buena parte a las paredes mentales que los muros de concreto representan.

Un modo de materializar las situaciones de estrés psicológico es a partir de las condiciones de vivienda. Si en un espacio muy reducido vive más de una familia o una familia numerosa, tenemos la siguiente situación: el espacio físico de vivienda no da la bienvenida, sino al contrario, espanta.

Recordemos que la pandemia llegó como un huracán y lo primero que hizo fue, además de llevarse vidas, obligarnos a vivir encerrados. Las casas que, tradicionalmente fueron vistas como lugares habitables destinados a realizar actividades diarias, tales como tomar desayuno, descansar y relajarse, experimentaron un giro radical. Desde entonces serían lugar de trabajo, lugar de estudio y, además, lugar de esparcimiento.

Pero ¿cómo esparcirse en un lugar reducido? ¿Es posible alcanzar una convivencia saludable cuando de pronto eres compelido a habitar los mismos espacios por un periodo indefinido? ¿Será posible equilibrar nuestras vidas viviendo con la misma gente un largo tiempo?

Es urgente redefinir los espacios de ocio y recreativos en el hogar. Si antes el que trabajaba casi todo el día fuera de casa, anhelaba volver a ella y refugiarse de los peligros de la calle y, paralelamente, aquel que trabajaba todo el día en casa, precisaba salir y distender el cuerpo y la mente, ahora la gran mayoría anhela poder sentirse liberado desde casa. Y al no poder hacerlo físicamente, escaparse psicológicamente de ella representaría un gran alivio.

En consecuencia, una salida es reacondicionar los espacios del hogar, rehabitarlos y así rehabilitar a los convalecientes. Hay que liberar a cada habitante de la cuarentena interior vivida. Si aplicamos la experiencia del 2020, este año debería ser menos trágico. De algún modo ya estamos habituados al encierro, pero aún queda por afrontar los efectos del año pasado y lo que está ocurriendo ahora.


Escrito por

Christopher Rojas

Profesor de la Universidad de Lima. Doctor en Filosofía por la Universidad Mayor de San Marcos. Autor de Sentencias personales.


Publicado en

Observaciones personales

Licenciado en Comunicaciones y profesor de la Universidad de Lima. Doctor en Filosofía por la Universidad Mayor de San Marcos.