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Construcción de argumentos

Las palabras y las personas parecen algo distinto

Christopher Rojas

Publicado: 2021-05-05


El mundo actual es prolijo en difundir información y datos abundantes. Lo que llamamos análisis es, en realidad, la opinión del que analiza. A su vez, cada ciudadano, joven, adulto y adulto mayor tiene derecho a disentir sin siquiera haber elaborado un poco sus ideas. La ausencia de argumentos es algo típico en la actualidad.

Por un lado tenemos aquellos que saben toda la teoría de memoria, libros y autores. Pero no poseen un pensamiento propio. Las ideas que transmiten son solo una repetición de lo planteado por los primeros.

Luego están los entusiastas, aquellos parlanchines que opinan de todo, el típico comentarista o analista todo terreno. No tienen mucho que decir y, por esa misma razón, pueden abordar cualquier tema. Son los jornaleros de lo cotidiano.

En el ala extrema se ubica una minoría con un discurso demasiado elaborado para las masas. Muy difícil sería verlos en un set de televisión. Podemos ver alguna columna en la sección cultural que será leída por un grupo muy reducido.

También existen los que se imponen con prepotencia. No tienen ideas, pero sí llegada en la población. Su voz y amplitud física dominan todo el encuadre televisivo. Poco importa lo que dicen, sino cómo cada palabra y cada gesto cae como un guillotinazo sobre el adversario. El espectáculo en primer plano.

Finalmente saltan a la vista los que hablan con el lenguaje del ciudadano de a pie y preguntan, por ejemplo, ¿Cuál fue el momento más importante en tu vida? o ¿Cuándo te diste cuenta de tu vocación? Se tropiezan al hablar, balbucean, van de un tema a otro y no poseen información. Podemos llamarlos los improvisadores del sentido común, pues carecen de este. En consecuencia, su discurso llega de manera directa y exitosa a una mayoría.

No hay una construcción de argumentos ideal, eso sería caer en lo contrario que pretendemos exponer. Leer mucho no es garantía de poder elaborar un argumento sólido. Obviamente tampoco ser dominado por lo pasional, lo primero que manda el instinto. Si alguien puede comunicar sus ideas de manera organizada es porque ha dedicado tiempo y cuidado al pensar. Cuando las ideas surgen de pronto y son coherentes es porque hubo un proceso previo, un ejercicio de lo reflexivo. Las ideas más interesantes no son las que parten de un guion repetido, sino de la sensibilidad de quien las expone.


Escrito por

Christopher Rojas

Profesor de la Universidad de Lima. Doctor en Filosofía por la Universidad Mayor de San Marcos. Autor de Sentencias personales.


Publicado en

Observaciones personales

Licenciado en Comunicaciones y profesor de la Universidad de Lima. Doctor en Filosofía por la Universidad Mayor de San Marcos.